La boca está conectada al resto del cuerpo y es parte del aparato digestivo y del aparato respiratorio. Es la puerta de entrada al cuerpo, y la primera línea de defensa frente a patógenos externos gracias a la inmunidad llamada innata y a mecanismos micromoleculares complejos y a la acción única de la saliva, que es a la vez antibacteriana y antivírica. La cavidad oral es indispensable para la vida y la salud general a través de lo que hoy se conoce como microbioma oral.
Etimológicamente, esta microvida incluye los microorganismos que viven principalmente en las mucosas como la oral, la intestinal y en la piel, y su ecosistema y las interacciones entre sí y con el huésped. En los últimos tiempos, el estudio del microbioma oral y su implicación en la salud y enfermedad no deja de asombrarnos.
La boca y la riqueza de microorganismos.
Es en la boca donde se da una mayor variedad y riqueza de especies de microorganismos de todo el cuerpo humano, seguido del intestino y de la piel. El viejo concepto de que, para estar sanos, los órganos internos del cuerpo humano deben estar libres de gérmenes, como clásicamente se creía que debían estar el pulmón o el aparato circulatorio, ha quedado obsoleto después de los hallazgos que indican que el microbioma existe en todos los órganos, siendo único para cada persona y adaptado para cada sitio específico del organismo. Ya no es válida la idea de que salud es sinónimo de ambiente estéril.
En la boca hay ciertos patógenos que se han asociado a la caries o a la enfermedad periodontal. Es el caso del Streptococcus mutans o de la Porphyromona gyngivalis. Sin embargo, dichas bacterias están presentes en todos los humanos, incluidos los sanos. La enfermedad aparece cuando se rompe el equilibrio entre microorganismos, aparte de otros factores como la susceptibilidad del huésped, higiene oral inadecuada o el tabaco, entre otros. La inflamación de las encías permite la diseminación de dichas bacterias a través de la ruptura de la barrera mucosa en las zonas de sangrado, pasando al torrente sanguíneo. En los pacientes con placas de ateroma, se han encontrado bacterias propias de la enfermedad periodontal en dichas placas.
Estas placas pueden provocar fenómenos isquémicos, llevando por ejemplo al infarto. Además, se ha encontrado que, a mayor gravedad de enfermedad periodontal, mayor concentración de patógenos periodontales en los vasos sanguíneos. El carácter crónico y cíclico de la enfermedad periodontal genera múltiples oportunidades para la diseminación de patógenos al resto del organismo. Si bien la magnitud del ‘estrés microbiológico’ que supone la bacteriemia provocada por la periodontitis puede ser pequeña en comparación con enfermedades infecciosas agudas severas como una neumonía, la periodontitis es recurrente y perdura décadas, afectando al 75% de la población en sus formas moderadas. Es curioso cómo la palabra ‘placa’ es compartida por la odontología (placa dental) y por la cardiología (placa de ateroma).
La relación con el infarto
Según un estudio realizado en casi 250.000 pacientes y avalado por la Sociedad Europea de Cardiología, simplemente acudir al dentista para hacer una higiene una vez al año o más reduce el riesgo de accidentes cardiovasculares en un 14%. Así mismo, la presencia de caries, la falta de dientes y la inflamación de las encías están asociadas con un mayor riesgo de infarto. La enfermedad periodontal y la enfermedad cardiovascular tienen en común la inflamación crónica como componente principal. Ambos son patologías muy frecuentes. Así, los pacientes con enfermedad periodontal tienen un riesgo un 15% mayor de sufrir una enfermedad cardiovascular.
Por Dr. Jose Manuel Reuss
Puedes leer la noticia al completo en el link
Fuente: https://blogs.alimente.elconfidencial.com/amp/en-boca-de-todos/2021-10-04/salud-bucodental-relacion-corazon-infarto_3299073/
Fotografía Fuente: iStock.